jueves, 24 de octubre de 2013

Poesía / Prosa poética: Lluvia inaudible



De vuelta con la actividad me animo a compartiros una de mis recientes poesías, tanto esta como la siguiente muy sentidas, espero que os gusten.

Un abrazo - Carlos Moreno

Lluvia inaudible

Lluvia, inaudible.
Sentarse, temblar,
el estrés
y mucho pensar.

Debatirse, situación,
¿movimiento o una acción?
¿sentarse, calmarse?

Llevarse las manos al abdomen y relajarse,
Difícil elección, someterse al agobio o ser yo.
El tiempo pasa, mas respuesta no aparece
intenso debate y lucha por el presente;
de nada sirve el preguntarse
sobre el pasado o el futuro probable.

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No se decide pero como si opción hubiera aceptado, se sigue con el nudo que oprime el abdomen, se trata de olvidar las dudas y preocupaciones. Se sigue en este estado hasta que al final se queda tumbado y recibe un abrazo. El intenso debate se acalla para producirse algo novedoso, una calma, un vacío. Desaparece el agobio y con él otras penas y llantos, se sirve para calmarse cuerpo y mente, se permanece en este estado en el que se ofrece, se relaja y la mente se calma.

Y el corazón late.

Vuelve a sentir después de su muerte triste. Ahora la preocupación es la de la mente pues ¿es una ilusión o una sensación? ¿Maldita o bendita situación?
Despierta otra vez en mis venas esa sensación que un día califiqué de buena, esa sensación que un día califiqué de muerta. La situación se acepta y se vive pues bien se percibe, no con el tacto presente, sino con las emociones que se desvanecen.

Suplidas por otras, que aparecen.

La herida en la espalda rejuvenece. Como si nunca hubiera sido azotada, volviendo a su joven y vívido período en aquel en el que se espera un sentimiento…

Mas la cabeza aparece, como siempre. Siempre busca lo seguro, percibe una mirada, un roce, un gesto o una frase… La mente es la mente. Lo bueno de ello es lo de siempre, cuanto más larga se hace la espera con mayor júbilo se recibe lo que se desea.

Mas, como todo lo bueno, se caracteriza por lo efímero del momento. Como recuerdo me queda la candidez de tus manos, pero el agobio vuelve a su reino. Las semillas que plantaste en mí eran de árboles perennes.

Aunque una marca permanece pues ante todo esto una esperanza se yergue y una batalla se ha triunfado pues en el olvido se ha vencido, se prosigue en el camino, en el sendero han aparecido bifurcaciones en su sentido.

Una palabra se sostiene, ya no estar solo. Alguien aparece. Puerta cerrada, habrá que buscar juntos la llave, ¿o somos ambos?

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