martes, 23 de octubre de 2012

Serie el Consorcio Terrestre. Primer escrito.


El Consorcio Terrestre

Otro vaso. Otro vaso más que lavar. Taoz cumplía ya, desde su mayoría, dos años ayudando a su padre en la taberna de la Suburra y cada vez le resultaba más monótono. Con veintitrés años, Taoz no había conseguido todavía escabullirse de esta colmena humana deteriorada y prácticamente olvidada por el gobernador del Consorcio.

Continúa...
Todos los días de Marte acudía al Administratum para volver a solicitar plaza en las oposiciones a los BiteCorps, la policía de las colonias Consorciales. Siempre había deseado ser uno de esos agentes que defendían la ley y el orden, como tanto se anunciaba, sobre todo porque quería aumentar la seguridad de su comunidad en la Suburra. Hoy tocaba volver a ir si había suerte. Se despidió de su padre al limpiar el último vaso mohoso, tomó su chaquetilla menos agujereada y se dirigió a la Plaza de Terra. Alrededor del edificio central, había unos activistas con un caldeado ambiente anticonsorcial por los diversos acuerdos que mantenía con la Compañía de Biotecnología, Ejército y Desarrollo. 

Esa gente no se diferenciaba mucho de él, seguro que muchos vivirían en las ciudades intraterrenas, de mucha peor condición social de la que ya tenía él, o en la Suburra siendo apartados de la sociedad como un estigma purulento. Avanzó entre la densa marea de manifestantes hacia el portón de la Dora Administratum cuando escuchó un ruido sordo, un disparo, cuando uno de los extremistas disparó a un BiteCorp al que no le dio tiempo de activar su escudo de fase y le impactó en pleno pecho atravesándole la armadura. El juez encargado de aquella partida de policías, enfurecido, gritó unas órdenes a voz en cuello y acto seguido las Fuerzas de Seguridad de Telosia enfundaron las varas eléctricas y sacaron las escopetas apuntando a la multitud que, sobrecogida,  comenzó a gritar y a golpearse en la huída ante la represalia de los BiteCorp a la muerte de uno de sus compañeros. Un estruendo recorrió las calles al unísono. Sangre y sudor se apelmazaban en el aire otorgándole una densa textura metálica. La primera carga de la ejecución pública fue sólo el principio, los que eran miembros del cuerpo de seguridad eran policías, jueces y ejecutores en cuestión de apenas unos efímeros segundos mientras perseguían a la multitud despavorida a excepción de algunos fanáticos los cuales desenfundaron sus armas y respondieron al Corps Policial, los demás corrían soltando sus pancartas y objetos con la única misión de salvar sus vidas, rezar porque no les identificaran y ser heraldos de tremenda matanza.

Taoz, impactado por la situación, tardó en reaccionar pero corrió como pudo y se ocultó tras unos agujeros de ventilación. Pasados unos tensos e inquietantes minutos en los que se oían los disparos y las llegadas de los vehículos de transporte de tropas y prisioneros, Taoz se asomó para ver qué ocurría. A pesar de tanta distancia y sin sus lentes, pudo distinguir que sacaban perros de persecución biónicos y le alarmó de tal manera que, en una realidad dominada por el pavor, resuelto a escapar por la estrecha callejuela y salvar su vida cuando un BiteCorp advirtió de su presencia, le apuntó con la pistola perforante y, tras una serie de disparos de los cuales le impactaron dos, en su hombro y su omóplato, consiguió desplomarle contra el suelo. El agente, satisfecho, debió pensar que abatió a su presa pero, con sus últimos exhalos de vida, avanzó al túnel oscuro y encharcado que se internaba en la profundidad del planeta, los que llevaban a las antiguas ciudades intraterrenas para esconderse. Cuando consiguió oír unas voces, ya era demasiado tarde como para escapar en ese estado. Cada vez se acercaban más pero, para su sorpresa, no provenían de fuera del túnel sino de dentro.

-Te digo que sí, Cremes no puede haberse equivocado en algo tan gordo- Decía la voz de una mujer
-De acuerdo, pero como meta la pata otra… -Esta vez la voz era masculina y paró cuando le dio a Taoz un puntapié en la pierna- Eh, ¡Aquí hay algo!

-¡Es una persona!

-¿Está muerta?-Acto seguido, le propinó algún puntapié más.

Taoz consiguió emitir un leve gruñido. Acto seguido, sus descubridores se miraron mutuamente, la mujer le comenzó a prestar atención médica y el hombre corrió a ver afuera del túnel.

-Es una herida muy peligrosa-sentenció la desconocida- Tienes que ir a un hospital

-¿Cómo es que vais armados?-Logró exhalar Taoz cuando divisó un rifle repetidor.

-No deberías de haberlo…

-Cintia, ¡Cintia! –Interrumpió gritando el hombre- Es cierto, hay un tremendo despliege de fuerzas, en breve estarán aquí. Hay que huir.

-¿Y él?

-Déjale, nos retrasaría- y la agarró del brazo

Taoz se sobrecogió asustado. No pensaba que moriría de esa manera, a la entrada de un túnel que apestaba a desechos y empapado en unas aguas de dudosa composición pero sí embarradas y como mínimo sucias por el tono parduco. Dominado por sus circunstancias, gimió por la situación en la que se encontraba.

-No puedo, soy médico- Se soltó el brazo

-Cintia, está casi muerto, no podrás hacer nada- Exclamó el hombre.

-Lo siento, o le llevas o me quedo-decidió firmemente.

Refunfuñando, el corpulento acompañante cargo a Taoz que lanzó un aullido de dolor.

-¡Ten cuidado! ¡No es un saco de patatas!

Su contestación fue un corto pero sonoro gañido.

A modo de confidencia, la mujer de la que ya conocía su nombre, se aproximó y le dijo: “No creo que sobrevivas, pero si eres fuerte y aguantas hasta que lleguemos a nuestro refugio, las posibilidades serán más altas”

Antes de caer inconsciente, Taoz divisó en el uniforme de la mujer, una insignia que rezaba Khen-Sa, la resistencia.

¿Sobrevivirá Taoz?


Carlos Moreno

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