viernes, 19 de octubre de 2012

Parte II Del Céfiro: Poesía




PARTE II del Céfiro

Mas otro joven dice
que a las orillas de ese mar
otro canto le ha llegado.

Habla de la primavera,
de un lirio blanco y morado.
De la primavera después
de ese invierno helado.


Continúa...



Redactada en carta llega
anunciando el cambio.
¡Ya se ven los pétalos
de las nuevas flores!

El joven hipnotizado queda,
aguarda en la ribera
apuntando las palabras,

que dictadas del viento parecen.
Y cómo una sirena,
encandiladoras se ofrecen.

Kalbala, Kalbala.

Tan escondida como siempre entre las danzantes sombras...

Siempre que te busco, nunca te encuentro
pero parece que el destino nos ha unido.
¿Eres tú de verdad, mi Kalbala?

¿Recuerdas aquellas noches de ensueño?
Nunca nos vimos el uno al otro
mas sí nos sentimos
sí nos intuimos.

Nunca vi tu cara,
nunca vi tus brazos
nunca vi tus manos,
pero sí que vi tu alma
y eso me dejó prendado.

Esos viajes en los sueños
a Egipto, nuestra tierra bendita.
Esos viajes en los sueños
en los que te acercabas,

y me recordabas,
que siempre te buscara,
que al final te encontraría.

Y no me hablabas,
no decías una palabra,
sólo mirabas, conmigo, el horizonte y el camino.

Ahora creo que te veo,
¿es posible, o sigo ciego?
Con el tiempo lo sabremos
mientras tanto, veámonos en sueños.

Como dos seres de la noche
en los sueños habitamos.
Como dos vampiros
ambos nos encontramos.

Quisiera ser el aire
exhalado de tus labios.
Quisiera ser tus sábanas
que repelen tus espantos.

Una brisa acaricia al joven.

Quisiera saber si lo sentido
es posible que sea vivido.
Que esto sólo es el comienzo
de un largo destino.

Poco a poco nos reconocemos.

Y cada vez nos vemos más cerca,
y cada vez nos queremos más cerca,
y cuanto más tiempo pasa, sin que estemos juntos,
ese tiempo se echa en falta, espero ansioso el futuro.

Esa mirada, sí, esa mirada.
Que tras la oscuridad veo
que me dedicas y esa cándida
tez perlada que recubre tu cara...

Dicen que los ojos son el fondo del alma.
Eso mismo yo creo ya que, sin verlos,
siento tu portentosa vista, fijada en mí.
¡Oh, qué daría por verlos!

Un roce

Cada noche que pasa siento tus yemas
posadas en mi frente, visitándome en la mente.
Pero una vez que despierto, ya te has ido,
como recuerdo me queda
la candidez de tu tacto.

Sí, desde ese día voy marcado.
Siempre te he estado buscando.
¿Es cierto? Sólo tú puedes saberlo,
yo creo que sí, ¿Es cierto?

Los días pasan y transcurren.
Las mañanas se hacen rápidas
como si jugaran con el tiempo.
Pero llegan las tardes,
y todo se vuelve pesadumbre

hasta que vuelvo a verte.

El color de la arena ha cambiado
ahora se ha impregnado
de tulipanes y lirios.

Dorado y morado se combinan en la playa.

Bajo una costa verde,
ha vuelto la hierba.

El joven puede verlo,
no con sus ojos,
lo oye y su imaginación
se vuelve la vista.

Ahora no escribe
ahora sólo mira el cielo.
Con tintes rojizos y violetas.
Está amaneciendo, y el mar refleja.

Es esperar esa pregunta, esa pregunta;
esa respuesta en la penumbra.
Ahora, Kalbala, iluminas la oscuridad que te rodea,
Tu beldad mental es suprema, hasta por fuera eres bella...



Carlos Moreno

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